La "grieta" en Argentina no es simplemente una divergencia ideológica; es un fenómeno que ha permeado la sociedad de una manera profunda y compleja. Surgida en la primera década del siglo XXI, esta división política ha dejado cicatrices en el tejido social argentino, generando tensiones que trascienden los límites de la política.
La llamada "grieta" no es solo una cuestión de preferencias políticas; es una dicotomía que ha permeado las relaciones familiares, de amistad y hasta las conversaciones cotidianas. La sociedad argentina se ha visto dividida entre los seguidores del Partido Justicialista y los adherentes de otros partidos, generando un enfrentamiento caracterizado por irracionalidad, odio, intolerancia y fanatismo. La grieta es una fuerte división que acentúa extremos y no contempla las medias tintas.
Aunque la denominación "grieta" ganó protagonismo en las elecciones presidenciales de 2015, sus raíces se hunden en la historia política argentina. La división entre unitarios y federales en el siglo XIX y la polarización entre peronistas y antiperonistas desde la década de 1940 pueden considerarse antecedentes que alimentaron este fenómeno.
La polarización se acentuó con la elección de Cristina Fernández de Kirchner en 2007 y la posterior presidencia de Mauricio Macri en 2015. Estos líderes políticos se convirtieron en figuras emblemáticas de los dos bandos en conflicto, generando una suerte de simbolismo que exacerbó las tensiones.
En 2023, la grieta mutó y las opiniones sobre Milei también crearon una grieta. Esta vez más notable entre jóvenes y adultos mayores.
La "grieta" encontró eco en los medios de comunicación, donde actores clave como el Grupo Clarín y el diario La Nación tomaron partido para un lado de la grieta, mientras que los medios controlados por el oficialismo lo hicieron para su bando. Hubo gran falta de neutralidad en la cobertura y la adhesión de ciertos medios a uno u otro bando contribuyeron a profundizar las divisiones.
A pesar de los cambios de gobierno, la "grieta" persiste. Tanto Mauricio Macri como Alberto Fernández expresaron la intención de cerrar esta brecha, pero su impacto perdura. La pandemia de COVID-19 también ha alimentado nuevas divisiones en la población, evidenciando que el fenómeno va más allá de la esfera política.
Con la "grieta" no solo se presentan desafíos para los líderes políticos sino también para la sociedad en su conjunto. La reconciliación y la superación de esta división no son tareas sencillas, pero reconocer su existencia es un paso crucial. La historia de la "grieta" en Argentina se entreteje con la complejidad de la identidad nacional y plantea preguntas fundamentales sobre la convivencia en una sociedad plural.
La "grieta" en Argentina no es simplemente una cuestión de preferencias políticas, es un fenómeno social complejo que ha permeado todos los aspectos de la vida cotidiana. Comprender sus orígenes, manifestaciones y consecuencias es esencial para abordar los desafíos que plantea y buscar vías hacia una convivencia más armoniosa y respetuosa en la sociedad argentina del siglo XXI.